06 Sep Los 7 errores de hablar en público que te impiden hacerlo bien… y cómo solucionarlos
Lo sé. No te gusta hablar en público.
Lo pasas mal en el momento, cuando te enfrentas a ese público que sabes que te va a juzgar.
Y también sufres antes, imaginándote el ridículo que vas a hacer porque no sabes cómo hacerlo o temes cometer los típicos errores de hablar en público.
Si odias hablar en público no es porque no seas bueno en ello. Pero probablemente estés haciendo algo mal.
Aunque no lo sepas, tú ya hablas en público
Puede que no te lo creas, pero tú ya hablas bien en público. ¿Cómo podría ser de otra manera, si hablar en público es algo que practicas todos los días?
Bueno, a no ser que te encierres a calicanto en casa y no interactúes con nadie durante horas.
Tú hablas en público cuando hablas con tu familia.
Hablas en público cuando hablas con tus compañeros de trabajo.
Hablas en público cuando le pides una barra al panadero de la esquina.
Hablar en público no es sólo ponerse delante de veinte personas a dar una clase o a dirigir una reunión.
Tú hablas en público cada vez que te socializas. Es decir, casi todos los días de tu vida.
Y si tienes tanta práctica, ¿por qué sigues temblando cuando tus interlocutores dejan de ser dos para convertirse en diez?
Los 7 errores de hablar en público… y cómo solucionarlos
Cuando le hablas a diez personas en vez de a una o a dos, tu cerebro etiqueta la experiencia de una forma distinta.
Para él ya no estás «hablando» a secas: estás «hablando en público».
Y con esa etiqueta vienen un montón de connotaciones negativas: miedos, dudas, inseguridades.
La manera en que etiquetas la experiencia te hace cometer errores de hablar en público. A continuación te presento los 7 errores de hablar en público… y cómo solucionarlos.
#1 Piensas que lo vas a hacer mal
Este pensamiento es un clásico. De hecho, tiene un nombre: la profecía autocumplida.
Si sales al ruedo pensando que el toro te va a pillar, probablemente lo haga. ¿Por qué? Porque, en vez de enfocarte en que quieres vivir, te estás enfocando en lo que no quieres conseguir: que el toro te embista.
Y, como eso es lo que tienes en el punto de mira, allí irás a parar.
Es como si en el mapa de la ciudad en la que estás de vacaciones marcas con un gran círculo rojo precisamente el lugar que no quieres visitar.
¿A que no podrás evitar que tus ojos se sientan atraídos todo el rato por ese gran círculo rojo?
Solución: Enfócate en cómo lo quieres hacer, no en cómo no quieres hacerlo. Pregúntate: «Si no lo quiero hacer mal, ¿cómo quiero hacerlo?».
#2 Crees que hablar en público no va contigo
Si piensas como muchos, probablemente no entiendas para qué narices tienes que hablar en público.
Si, total, ya has entregado los informes por escrito. ¿Por qué ahora tienes que presentarlos de viva voz?
Si, total, tu tutor ya ha leído tu tesis. ¿Qué puede querer comprobar que no le haya quedado claro ya?
Como ésa es tu manera de pensar, llegas a tu presentación habiendo cometido uno de los grandes errores de hablar en público: desvalorizar tu presentación.
Así que, aunque no te salga del todo mal, tu sensación va a ser la de haber hecho algo mediocre, muy por debajo de tus posibilidades reales.
Cuando iba al colegio odiaba la educación física. No entendía para qué tenía que jugar al fútbol o correr cinco kilómetros sin parar. Por eso me apartaba cada vez que me pasaban el balón, y dejaba de correr cuando sabía que el profesor no estaba mirando.
Hasta que me dijo que tenía que correr cuarenta minutos seguidos o no aprobaría la evaluación. Ahí fue cuando doté de sentido a la educación física, puse interés en ella y acabé por valorar la asignatura.
Y, por cierto, corrí los cuarenta minutos.
Solución: No dejes que te haga falta un ultimátum para empezar a valorar cada oportunidad que tienes de hablar en público. Empieza a hacerlo desde ya. Busca para qué te van a ser útiles.
#3 Te imaginas que todos te van a juzgar negativamente
A todos nos ha pasado alguna vez.
Te pones enfrente de más de cinco personas. Ellas están sentadas y tú de pie. Se supone que tienes que hablar en público ante ellos: darles una clase, enseñarles algo, mostrarles tu trabajo, instruirles en una materia que tú conoces y ellos no.
Te fijas en ellos y descubres sus miradas de suspicacia y duda.
Te están juzgando.
Incluso los días anteriores a tu presentación puedes imaginarte cómo te van a mirar y qué van a pensar de ti.
Y no te voy a mentir: todos van a juzgarte. Algunos lo harán de una manera que tú considerarías positiva, y otros lo harán negativamente. Ve acostumbrándote a esa realidad, porque si quieres hablar bien en público vas a tener que vivir con ella.
Pero, además, ésa es una realidad que no depende de ti. Tú no puedes entrar en la cabecita de cada miembro del público y ordenarle que piense bien de ti o que esté de acuerdo con lo que le estás contando. Así que lo que más te conviene es olvidarte del público y empezar a pensar en lo que sí depende de ti: tú mismo.
Lo contrario sólo te hará neurotizarte y centrarte en lo que no quieres conseguir hablando en público, algo que, como ya sabes, no es nada útil.
Solución: Traslada el foco del público a ti. Pregúntate qué cosas sí dependen de ti cuando hablas en público y no pierdas más energía preocupándote con las que no puedes controlar.
#4 Crees que no tienes todo lo necesario para hablar en público correctamente
Te dicen que tienes que hablar en público y te entra el canguelo.
Resulta que nunca lo has hecho, o que las veces que lo has probado han sido catastróficas, o que nunca has asistido a clases de hablar en público, o que…
El caso es que siempre vas a tener una excusa para no hablar en público. Pero ¿te has preguntado cuántas razones tienes para sí hacerlo?
Puede que no tengas experiencia ni formación. Puede que ni siquiera tengas una idea mínimamente clara de lo que vas a decir.
Pero tienes lo más importante de todo, tu único recurso necesario: tú mismo.
Tú eres tu lienzo en blanco. Y con un lienzo en blanco ya se pueden hacer cosas. ¿Qué colores le vas a dar a partir de ahora?
Solución: Deja de ponerte excusas para no hablar en público y piensa qué recursos de los que ya tienes te van a ayudar a construir una buena presentación.
#5 Haces de todo menos lo más importante: practicar
Estás en época de exámenes. Tienes que estudiar para cinco asignaturas de las fuertes. El tiempo corre y los apuntes, en vez de menguar, parece que crecen sobre tu escritorio.
Y tú, en lugar de coger el tomo de folios y empaparte de ellos uno por uno, te dedicas a:
- Arreglar tu habitación después de cuatro meses (concretamente, desde la última vez que tuviste exámenes. Curioso, ¿verdad?).
- Aumentar el número de veces que paseas a tu perro. En menos que canta un gallo pasas de tres a nueve paseos.
- Fundirte los enlaces guardados en la carpeta «para ver más tarde» de la barra de marcadores.
Mientras, tus apuntes continúan sobre el escritorio esperando a que les hagas, aunque sea, un poquito de caso…
Te suena, ¿verdad?
Yo creo que todos los que hemos estudiado nos hemos visto en esta situación alguna vez.
Tienes algo importante que hacer, algo que es incluso urgente, pero que a la vez es precisamente lo que más pereza te da. Así que decides aplazarlo en beneficio de un montón de tareas menores que puedes hacer en cualquier otro momento.
Lo mismo te puede suceder cuando te prepara para hablar en público. Puede que te líes con la redacción del discurso, o decidiendo el trajecito que te vas a poner para presentar, o haciéndote uno y mil esquemas sin llegar a decidir nunca que ya lo tienes claro…
Y puede que, así, te olvides de lo más importante: practicar.
El ensayo es la puesta en práctica del discurso. Da igual si éste está perfectamente redactado si luego no eres capaz de traducirlo en una buena comunicación oral y corporal.
Ensayar no te debería dar pereza, porque lo mejor de aprender a hablar en público es que puedes practicar tus habilidades en cualquier momento, ya que tú siempre estás comunicando.
Así que igual te sirve una clase llena de alumnos que una interacción de tú a tú con tu colega de oficina. Cualquier oportunidad de comunicar es una práctica válida en tu entrenamiento de hablar en público.
Solución: Al menos un 50% de tu proceso de preparación de cada presentación debe ir dirigido a practicar. ¡Y no sirve la excusa de que no tienes público! La práctica tiene la misma validez.
#6 Pasas olímpicamente del método ensayo-error
Cuando piensas en hablar en público te acuerdas de la primera vez que lo hiciste.
Te salió tan rematadamente mal, que sólo de pensarlo empiezan a entrarte los sudores fríos.
Resulta que esa vez no dedicaste más de quince minutos a preparar lo que ibas a decir.
Tampoco pensaste en cuál era la mejor manera de decirlo. ¿Sólo con palabras? ¿O quizá añadiendo algún apoyo, como un mural o una proyección? ¿Y qué hay del lenguaje no verbal?
Y, claro, ni siquiera te dijiste el discurso una sola vez en voz alta.
Vamos, que te tiraste en paracaídas… pero sin paracaídas.
El problema es que lo que hiciste esa primera vez es lo que has seguido haciendo el resto de veces que has tenido que preparar una presentación.
Cero dedicación, cero reflexión, cero ensayo.
Repites una y otra vez el mismo método fallido, pero tú sigues creyendo que la próxima vez todo irá mejor.
Hay una frase que se atribuye a Einstein, pero yo no sé si realmente la dijo él, porque la verdad es que la mitad de citas que corren por internet están puestas en su boca. Yo prefiero relacionar esta frase con The Hives, una de mis bandas de música favoritas, ya que la primera vez que la escuché fue en una de sus canciones:
Dicen que la definición de la locura es hacer siempre lo mismo y esperar resultados distintos.
No sé quién crearía el fantástico método ensayo-error, pero creo que es una de las mejores aportaciones a la humanidad… y, lamentablemente, una de las que menos estamos usando.
¿Vas a seguir siendo un loco que siempre falla de la misma manera al hablar en público?
Solución: Hazte seguidor incondicional del método ensayo-error. Evalúa tus presentaciones y piensa qué has hecho para conseguir tanto los buenos resultados como los resultados a mejorar. Sólo de esa manera aprenderás a disfrutar de hablar en público y a sentirte cada vez mejor haciéndolo.
#7 No tienes un buen plan de acción
Te dicen que tienes que hablar en público e inmediatamente te atacan los nervios.
No sabes por dónde empezar. ¿Escribo el discurso? ¿Hago una lluvia de ideas? ¿Miro recursos por internet? ¿Me leo un libro sobre lenguaje no verbal?
De repente te parece que tienes una gran montaña de faena que no sabes por dónde abordar. Así que, para no equivocarte, atacas todo a la vez.
Pero tu mente no es capaz de asimilar tanta información nueva de golpe, y en dos días no puedes más. Abandonas la idea de prepararte bien la presentación y aceptas que volverás a fracasar.
Solución: Diseña un buen plan de acción. Define tu objetivo con la presentación y organiza las tareas en función del mismo. Ve superando etapas poco a poco, abordando cada tarea cuando hayas cerrado la anterior.
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Empieza a implementar estas soluciones para solucionar tus errores de hablar en público. Luego cuéntame los resultados.
¿Se te ocurren otros errores de hablar en público que yo no he incluido en esta lista? Cuéntamelo en los comentarios. ¡Tu aportación es importante!
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Paola
Posted at 23:28h, 26 eneroExcelentes consejos, Irene. Muchas gracias por compartir. Considero que he evolucionado en lo que respecta a hablar en público (de morir de pena al tener que exponer en la secundaria a ser profesora y dar clases a grupos grandes de alumnos universitarios); sin embargo, me pareció muy interesante tu artículo y no dudaré en aplicar todas las técnicas para ser mejor oradora.
Por cierto, muy buena la cita de The Hives; yo también se la atribuyo a ellos, pues fue donde la escuché por primera vez jajaja.
Muchas gracias!
Irene
Posted at 20:06h, 31 enero¡Hola, Paola!
¡Olé por ti y tu evolución! Al final, el principal miedo que tenemos que romper lo rompemos pasando a la acción. Luego, lo demás viene rodado. Pero actuar es lo más importante, porque nos hace acabar con la dinámica del «no lo hago porque me da miedo».
Un abrazo y nos leemos por aquí 🙂
Irene