Haz que hablar en público sea divertido con 5 estrategias

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No, no me he equivocado con el título del post de hoy. Está bien puesto, aunque no lo creas.

Si piensas como yo pensaba antes de aprender a hablar en público, puede que creas que hablar en público es algo que hay que aprender simplemente porque es cada vez más útil a nivel profesional…

Pero… ¿pasárselo bien hablando en público? Eso ya es demasiado, ¿no? 

 

Un solo pensamiento para sacarle todo el jugo a la vida

Hace unos añitos, adopté una filosofía que me ayuda a sacarle todo el jugo a la vida. Y lo cierto es que empecé a pensar de este modo que ahora te voy a contar justo cuando estaba formándome en hablar en público.

Esa filosofía se resume en una simple frase: hagas lo que hagas, hazlo divertido.

Si estás esperando en la cola del supermercado y no avanza ni a patadas, haz la espera divertida.

Si estás en medio de una situación que te está cabreando, cabréate, pero haz que el cabreo sea divertido.

¡Ah!, y si estás hablando en público, haz que tu experiencia sea divertida.

Hazlo divertido todo. Incluso el aburrimiento puede ser divertido.

Y la pregunta que viene a continuación es: ¿Cómo?

¿Cómo hago divertida la espera en la cola del súper?

¿Cómo hago divertido el cabreo que me estoy pillando?

¿Cómo hago divertido el aburrimiento? ¿Es eso posible?

Yo puedo decirte que lo es, porque lo he vivido. Todo puede hacerse divertido. Y el “cómo” no te lo voy a desvelar yo: investígate. Ahí es donde entran en juego la creatividad y la disposición de cada uno para explorar sus recursos de “divertimento”…

Pero, como este blog va de hablar en público, sí que puedo echarte un cable en una cosa: en cómo hacer divertida tu experiencia de hablar en público.

¡Ojo! No estoy diciendo que tengas que hacer presentaciones divertidas de cabo a rabo como si fueras un monologuista o un actor cómico. Además, seguro que estás de acuerdo conmigo en que la actitud del cómico no va a quedar del todo ajustada en un contexto extra formal, como por ejemplo unas jornadas internacionales para altos ejecutivos.

Olvídate de convertirte en la alegría de la huerta. El sentido del humor es necesario en cualquier presentación, pero en este caso no estoy hablando de divertir al público, sino de divertirte tú.

Y para eso no hace falta que despliegues tu batería de chistes malos, sino que tengas en cuenta 5 sencillas estrategias que harán que te diviertas hablando en público, sean cuales sean el contexto y el tipo de audiencia.

¡Vamos allá!

 

Diviértete hablando en público con 5 estrategias

#1 Entusiásmate

Y no sólo con el tema de tu presentación: también con el público, con el contexto y con el aprendizaje que obtengas de la experiencia.

En otras palabras: valora lo que estás haciendo como una oportunidad de crecimiento personal y profesional.

¿Por qué los niños se divierten tantísimo con cualquier cosa? Porque todo les entusiasma: da igual que sea una muñeca, los cochecitos de la feria o un simple palito (¿quién no recuerda el anuncio del palo?).

Para los niños todo es una aventura que viven como si en ese momento no existiera nada más en el mundo. Cuando un niño juega, el pasado y el futuro desaparecen y sólo existe el ahora.

Yo creo que es esencial que te marques un objetivo para cada presentación en público, pero una vez subes al escenario tienes que dejar en un segundo plano esa meta y los resultados que esperas conseguir con ella para centrarte y entusiasmarte con lo que estás haciendo.

Si te obsesionas con el objetivo, te desanclas del proceso, que es el momento presente. Y cae el entusiasmo.

El entusiasmo siempre viene en primer lugar. La diversión es su consecuencia. Y el entusiasmo no aparece porque sí: tú lo creas.

 

#2 Habla siempre desde ti mismo

A veces vas a tener que hablar de temas que, por decirlo claramente, te van a importar un pepino… al principio.

Porque todo tema del que tengas que hablar, cualquiera que sea, puede llegar a entusiasmarte.

Pero el tema no te va a entusiasmar porque sí. Existe la creencia generalizada de que las cosas tienen que motivarnos o entusiasmarnos, pero en realidad somos nosotros los que decidimos motivarnos y entusiasmarnos con las cosas.

Una cosa no te motiva: tú te motivas con esa cosa. Que es distinto. Y bastante.

Y sí, esta visión es mucho más incómoda, porque hace que todo dependa de ti. Pero al mismo tiempo te da la responsabilidad de decidir sobre tu vida en lugar de dejarla en manos de una especie de azar que no sigue patrón alguno.

Tú tienes que hacer que el tema de tu presentación te entusiasme. Y existen muchas maneras de conseguirlo, pero para mí hay una que destaca sobre las demás: habla siempre desde ti mismo.

Relaciona el tema con tu vida. Todo tema, cualquiera, tiene relación con tus vivencias si sabes cómo buscar esos puntos de conexión.

Una vez, en un taller de hablar en público que di para alumnos de bachillerato, propuse una práctica para que se dieran cuenta de que podían relacionar cualquier tema con su vida y, de ese modo, entusiasmarse y hablar desde ellos mismos.

Le pedí a una chica que saliera a hablar sobre bailes regionales. Tenía que improvisar, con lo cual era todavía más difícil.

La única directriz era que debía relacionar el tema con su vida. Al principio me puso una cara del tipo «¿qué me estás contando?», pero al final habló durante cinco minutos (y porque la corté) de las fiestas de su pueblo materno, creando puntos de conexión entre los bailes y lo bien que lo pasaba cuando iba allí en vacaciones, los amigos que tenía en el pueblo, etc. Y todo sin salirse del tema principal: los bailes regionales.

Cuando relacionas un tema X con tu vida te entusiasmas con él, porque a todos nos sube la adrenalina hablar de nosotros mismos cuando nos dan la oportunidad de hacerlo.

Y con el entusiasmo, ya sabes: viene la diversión. ¿Lo pruebas?

 

#3 Quítale hierro al asunto

¿Te has dado cuenta de que, cuando haces algo en lo que no tienes nada que perder, todo te sale mejor?

Cuando las consecuencias de hacer algo son iguales a cero, es decir, cuando el resultado no va a aumentar ni a disminuir tu barrita de bienestar, te lo tomas todo con mucha más tranquilidad que si crees que el resultado va a impactar con fuerza en tu vida.

¡Cómo molaban los Sims! A ellos también les subían y bajaban sus barritas de bienestar.

¡Cómo molaban los Sims! A ellos también les subían y bajaban sus barritas de bienestar.

En realidad, cualquier acción tiene un impacto en tu vida, pero muchas veces no lo percibes como tal. Coger el bus o el metro suponen impactos distintos, pero la diferencia es tan pequeña que para ti acaban significando lo mismo (a no ser que odies o ames uno de los dos medios de transporte).

¿Qué pasa cuando hablas en público? Que te pones mucha presión: «Si me sale bien, obtendré reconocimiento, éxito, respeto. Pero si me sale mal, perderé mi reputación y mi credibilidad quedará a la altura del betún».

Y, así, te parece que el resultado nº1 va a rellenar el 100% de tu barrita y que el nº2 va a vaciarla por completo.

Pero ni tanto ni tan calvo. Hablar en público con eficacia es muy importante, pero ni hacerlo bien te va a catapultar al éxito ni hacerlo mal te va a hundir en la miseria.

Quítale hierro al asunto. No te digo que desvalorices tus presentaciones: de hecho, en el punto #1 te he sugerido lo contrario. Sí, valora cada oportunidad de hablar en público, pero no te obsesiones con ella ni con lo que imaginas que va a acarrear.

Por decirlo de otro modo, agradece la oportunidad, pero no la conviertas en el centro de tu vida. Si sale bien, ¡genial!, pero eso no significa que seas infalible. Y, si sale “mal” –lo pongo entre comillas porque a mí no me gusta hablar de “bien” ni de “mal”-, habrás dado con una mina de oro para aprender sobre ti mismo.

 

#4 Aplica tus talentos

A veces parece que, cuando hablamos en público, María, Juan o Francisco se quedan en casa, y al escenario sale una persona ajena a nosotros mismos, alguien a quien apenas conocemos.

Todos nos creamos distintos personajes con arreglo al contexto en el que estemos. En el trabajo adoptas el papel de personaje aplicado, en familia el de enamorado, con los amigos el de coleguilla y, con el poli que te multa, otro muy diferente a los demás -y cada uno que se pregunte cuál-.

Pero, para mí, uno de los grandes objetivos de la comunicación eficaz es recortar las distancias entre todos esos personajes y tu verdadero «yo», de modo que seas cada vez más auténtico en todos los escenarios de tu vida.

Puede que tu “yo” del trabajo sea un personaje más riguroso y formal que el personaje que se va de cañas con sus amigos, pero no por ello tienen que alejarse 200 kilómetros el uno del otro.

Los personajes pueden mantener su esencia y dejarse contagiar por la personalidad y las aptitudes de otros personajes. Por ejemplo, un personaje puede utilizar los talentos de otro, ¿no?

¿Qué pasaría si el personaje que sacas a hablar en público pusiera en marcha los talentos de tu personaje más creativo? Ese personaje que sacas a escena cuando haces lo que más te gusta, ya sea dibujar, cocinar, resolver sudokus o salir a correr.

¿Acaso no te diviertes cuando haces todo eso? Entonces, ¿cómo mejoraría la calidad de la experiencia de hablar en público si la revistieras con tus talentos?

Hablar en público no es un acto aislado en tu vida. Hablar en público tiene que ver contigo. Con todos y cada uno de tus personajes, sin excepción.

A mí me encanta el teatro, y de hecho estuve estudiando arte dramático dos años. Así que, en mis presentaciones, siempre meto un poco de drama o de comedia. Hago el payaso, sí, pero he comprobado que una dosis de teatro viene bien en cualquier presentación, aunque esté presente en una sola una frase.

Y lo mejor es que me lo paso en grande aplicando ese talento a hablar en público. Y es de eso de lo que estamos hablando, ¿verdad?

 

#5 Rompe las reglas

En una cosa pienso como tú: hablar en público puede llegar a ser muuuuuuuy aburrido.

Y es normal que tú y yo pensemos esto cuando resulta que ahí fuera hay infinitos oradores que convierten clases, conferencias, presentaciones, charlas y discursos en sermones sin chicha ni alma.

Vamos, es que se nota a la legua que los primeros para quienes lo que están diciendo es un tostón son ellos mismos.

Pero tú no quieres hacer las cosas así, porque de otro modo no estarías leyendo este post.

Me apuesto lo que sea a que tú prefieres crear y vivir experiencias de valor y memorables para todos, y, en primer lugar, para ti mismo.

Si es así, tengo una cosa más que decirte: rompe las reglas. Todas. Incluso las que encuentres en este blog.

Si te lo propones, vas a encontrar mil profesores, mil blogs, mil recetas y mil consejos para hablar en público con eficacia, pero en realidad sólo hay uno que te va a servir: tienes que romper las reglas.

Y no me refiero a que las rompas porque sí. Rómpelas con conocimiento de causa. Sabiendo por qué y para qué las rompes. Por qué decides hacer esto y no aquello que te sugirió Irene, la de TeComunicas.

Experimenta. Crea. Innova. Haz algo que no harías, algo que te dé mucho palo hacer. Rompe los límites, rompe las reglas y luego repáralas si hace falta, y, si no, quédate con la copla para la próxima vez.

Todo el mundo puede hablar en público, y por eso mismo cada vez hay más personas que lo hacen sin pasión, sin ganas, sin ser conscientes de que están protagonizando el acto comunicativo más poderoso que existe en el mundo.

Si quieres marcar la diferencia, tienes que divertirte. Y ¿qué es más divertido que romper las reglas?

 

Pero… ¿para qué divertirse hablando en público?

No sé. ¿Qué piensas tú al respecto?

Yo creo que la vida es mucho más plena y divertida si me divierto con todo lo que hago.

Si le busco la gracia a cada experiencia que vivo.

Si trato de convertir los malos momentos en experiencias de aprendizaje. Porque el aprendizaje, de por sí, ya es divertido, aunque a veces pueda doler al mismo tiempo.

Ya que lo vas a hacer, hazlo divertido.

O lo que es lo mismo: ya que vas a hablar en público, diviértete al máximo.

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Pero hablar en público no es divertido…

…y tampoco es aburrido.

De hecho, no es nada. Hablar en público es una acción que no existe si tú no la llevas a cabo.

¿Cómo prefieres llevarla a cabo?

¿Aburriéndote y aburriendo a los demás?

¿O divirtiéndote… y que te quiten lo bailao?

Tú decides. ¡Y eso es lo que mola!

Si me he dejado alguna estrategia con la que crees que puedes divertirte hablando en público, te estaré muy agradecida si la compartes conmigo y con el resto de lectores de TeComunicas en la sección de comentarios. ¡Aportemos valor entre todos! 🙂 

 

Irene
irene@tecomunicas.com

Apasionada de la literatura, especialista en copywriting y storytelling. Comunicadora nata. Quiero que te vuelvas a enamorar de tu negocio literario y lo haré poniendo mis herramientas a tu servicio para que aumentes tus ventas y consigas clientes recurrentes.

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