No me extraña nada que pases de sacrificarte

el sacrificio es un valor

Sacrificio.

Una palabra que, al menos a mí, me lleva a la imagen de Jesucristo crucificado, dando su vida por sus creencias.

O la de Ifigenia, aceptando morir para mantener el liderazgo de su padre, Agamenón.

Morir por algo.

Dejar de existir para que otra cosa siga existiendo.

Renunciar a la vida por otras vidas.

No es una perspectiva muy halagadora. Si esto es el sacrificio, a pocos, creo, les gustaría verse en la situación de tener que sacrificarse.

Pero… ¿y si el sacrificio fuera otra cosa?

El sacrificio es un valor que no es tan malo como te han contado

La palabra sacrificio procede del latín y significa “hacer algo sagrado”, un “acto de abnegación inspirado por el amor”, según la RAE.

El amor a otras personas, a nuestro trabajo, a nosotros mismos o, por qué no, a un objetivo futuro.

A algo todavía no es tangible, cuya consecución ni siquiera está garantizada, pero que queremos conseguir.

Por poco que te mole la idea del riesgo, esta visión del sacrificio será algo más halagüeña que la de morir por una vida que no es la tuya, ¿verdad?

Y, sin embargo, ambas visiones vienen a decir lo mismo, aunque una sea más metafórica que la otra.

El sacrificio es un valor que no significa que tengas que “morir” por otras “vidas”: significa que tienes que “renunciar” al corto plazo por otra “vida”, la tuya, diferente y mejor a un plazo que siempre será mayor que el corto.

 

El sacrificio y hablar en público: todo que ver

Ya me dirás tú qué tiene que ver esto con hablar en público.

Pues mucho. Todo.

Porque el sacrificio es un valor esencial si quieres llegar a ser excelente en algo. Y ya no digo ni siquiera excelente: el sacrificio es un valor esencial si quieres llegar a ser sencillamente bueno en algo.

Cualquiera de tus procesos de entrenamiento -también el de orador- exigirá de ti constancia, compromiso y, por encima de todo, sacrificio.

A no ser que quieras salir al escenario a hablar de cualquier manera, sin objetivos claros y dándote igual si el público se entera de tu punto de vista o no.

Pero estoy convencida de que tú no quieres eso para ti, sino algo mucho mejor y más satisfactorio.

 

Lo que te apetece vs. Lo que te conviene

Con cuántas personas –algunos de ellos alumnos- me habré cruzado que querían hacer presentaciones dignas de TED sin pegar un palo al agua.

Pues a muchas. Demasiadas.

En muchos cursos de hablar en público, ésta es la tónica general del alumnado. Los alumnos quieren resultados grandiosos, pero no están dispuestos a hacer nada por obtenerlos. De algún modo, esperan que algún día baje la virgen y les provea de los dones que tanto ansían.

Porque claro, para ser un buen orador hay que currar. Hay que reflexionar, conocerse a uno mismo, poner atención en un montón de cosas en las que antes no reparabas y practicar, practicar y practicar más.

Y eso cuesta. Sobre todo cuando en vez de repasando la clase de ayer podrías estar tomándote una cerveza en el bar de abajo, o cuando el sofá te mira con ojitos de anhelo mientras tú, con los ositos de tus hijos colocados en fila sobre los cojines para que te hagan de público, practicas tu presentación.

Ahí está el sacrificio: en renunciar al corto plazo, que generalmente es lo que te apetece, por lo que te conviene, que es todo aquello que te acerca al objetivo que te has marcado previamente.

Lo primero te complace y sacia al momento: es una sensación de bienestar inmediata.

Lo segundo sólo te está acercando a algo que ni siquiera puedes ver, tocar u oler. A veces, casi ni imaginar.

A priori, lo segundo es mucho menos apetecible que lo primero. Pero ¿qué te conviene más?

 

El hábito y el disfrute esperan tras el sacrificio

La renuncia no nos mola. Y el sacrificio es un valor que implica renuncia.

Lo queremos todo, y lo queremos ya. Queremos ser fantásticos oradores, pero también queremos esa cervecita fresquita que mi camarero de siempre sabe preparar tan bien.

¿Qué hacemos? Cortocircuito mental aproximándose peligrosamente…

Calma. El sacrificio es un valor que no tiene por qué convertirse en un camino de autoflagelación y compasión mal entendida. No quiero que renuncies a tu vida entera por ser el mejor orador del mundo, ni que te veas como un mártir que está luchando por una vida más plena y así lo hace ver a los demás: Sí, eso, idos vosotros al bar, que yo me quedo aquí practicando con los ositos, como tiene que ser.

No quiero que sufras, ni mucho menos. Al contrario: quiero que la renuncia, el sacrificio, sean fuentes de aprendizaje y de disfrute para ti.

Esto parece poco realista si piensas en las expresiones faciales de Cristo e Ifigenia al sacrificarse. Parece que el sacrificio tiene que ser tristeza, dolor y sufrimiento total.

Pero no. El sacrificio es un valor que puede convertirse en un proceso del que obtengas aprendizajes y satisfacciones.

Y eso no lo vas a conseguir de la noche a la mañana, pero sí generándote un hábito de pensamiento que te conecte con todo lo bueno y divertido que puedes conseguir dedicando tiempo a lo que, según tu objetivo como orador, te conviene.

Si piensas que quedándote en casa practicando te estás perdiendo la quedada con tus amigos, tu pensamiento está en la renuncia. Por tanto, sufres.

Pero ¿qué pasa si piensas que quedándote en casa practicando vas a mejorar tu presentación y a descubrir nuevas cosas sobre ti mismo como orador? Tu pensamiento está en la obtención, en la mejora. Por tanto, disfrutas.

 

Haz algo sagrado

Éste es un pequeñísimo cambio de foco, pero te va a traer grandes resultados de aprendizaje y de disfrute en tu entrenamiento como orador.

Y lo mejor es que la práctica continuada de este ejercicio tan sencillo cambiará tus percepciones del sacrificio y de la renuncia.

Te darás cuenta de que el sacrificio no es una realidad negativa. El sacrificio es un valor que te demuestra que eres capaz de ver más allá del momento presente y reconocer, cada vez más cerca, a la persona que puedes llegar a ser.

Al fin y al cabo, “sacrificio” viene de “sagrado”, ¿no?

Irene
irene@tecomunicas.com

Apasionada de la literatura, especialista en copywriting y storytelling. Comunicadora nata. Quiero que te vuelvas a enamorar de tu negocio literario y lo haré poniendo mis herramientas a tu servicio para que aumentes tus ventas y consigas clientes recurrentes.

6 Comments
  • free wind
    Posted at 18:16h, 25 septiembre Responder

    Muchas Gracias y enhorabuena por la web, el artículo me ha sido muy inspirador e instructivo

    Saludos! 🙂

    • Irene
      Posted at 18:17h, 25 septiembre Responder

      Hola, Free Wind!

      Gracias a ti por pasarte por aquí y por leer. Me alegro mucho que te haya servido! Ahora a pasar a la acción! Un abrazo.

  • Pingback:Las 5 cualidades para ser un crack de la comunicación
    Posted at 20:08h, 19 noviembre Responder

    […] Encontrarte de cara con tus debilidades es como si alguien diera una fuerte patada a tu ego. Y no todos están dispuestos a soportar ese momento de agudo dolor. […]

  • Pingback:Lecciones sobre blogging que vas a ignorar
    Posted at 16:23h, 20 noviembre Responder

    […] Horas que hoy dedicas a tus aficiones y al ocio tendrán que ser invertidas en trabajo, porque levantar un blog es un trabajo que implica mucho tiempo y sacrificio. […]

  • Pingback:Márcate un tanto con tu videoentrevista de trabajo
    Posted at 10:06h, 08 marzo Responder

    […] bien: sin preparación previa no hay paraíso, por lo que tienes trabajo que hacer antes de la […]

  • Pingback:Vivir la noticia: la clave para preparar una presentación
    Posted at 10:59h, 23 marzo Responder

    […] excelentes. Exigen esfuerzo, dedicación y compromiso, y sobre todo algo que no suele gustarnos: sacrificio, es decir, posponer cosas que nos apetecen mucho por otras que nos convienen más… y todo en pos […]

Post A Comment