Cómo escribir textos poéticos para un proyecto artístico: Silencios

La escritura me ha acompañado desde pequeñita. Sospecho que mi alma estaba deseando explorar el mundo a través de las palabras, y por eso aprendí a leer y a escribir mucho antes de lo normal en un niño.

Hasta los 10 años –más o menos- escribía diarios, canciones y, sobre todo, cuentos. Sin embargo, en cuanto empecé a entrar en la adolescencia abandoné casi por completo los relatos; a partir de entonces me centré casi exclusivamente en los diarios, aunque tuve varios blogs en los que volcaba distintos tipos de creaciones literarias reales o de ficción.

También atravesé épocas de verdadera sequía escritora. Debido a ellos, empecé a pensar que no tenía buenas ideas y que en realidad carecía del talento necesario para escribir literatura.

Esas creencias derivaron en una inseguridad en mí misma como escritora que ha machacado mi cerebro hasta hace apenas un año. Hoy todavía lidio con ella, aunque ahora el panorama es muy diferente, porque por fin entiendo que esa inseguridad no me dice la verdad. Y esta comprensión se la debo, en parte, al proyecto del que quiero hablarte hoy.

En julio de 2016, mi amigo Francisco Fortuño (para quien, además, realicé labores de corrección para varios artículos de su blog) me dijo que iba a darle mi contacto a un amigo de un amigo que buscaba un redactor para los textos de un proyecto relacionado con la fotografía.

Unos días después me escribió Álvaro Peña, fotógrafo madrileño afincado en Buenos Aires. Como bien me había dicho Fran, Álvaro quería que alguien con mano para las palabras revisara algunos textos que él mismo había escrito para una serie de fotografías tomadas en distintos lugares del mundo. Las fotografías y los textos formarían parte de un libro y de un documental cuyo título sería Silencios.

Hoy leo el primer e-mail de Álvaro y me sonrío con cierta nostalgia. Lo que acabó siendo mi colaboración en Silencios no tiene nada que ver con la idea de partida. Los textos originales de Álvaro fueron sido sustituidos por otros completamente nuevos que escribí para el proyecto. Álvaro confió desde el primer momento en mi trabajo como escritora y me dio la oportunidad de crear desde cero las palabras que acompañarían a sus fotografías.

Gracias a Silencios (y especialmente a Álvaro) recuperé gran parte de la confianza que había perdido en mí misma como escritora. Hoy que Silencios ya es una realidad, y gracias a lo que he aprendido con este proyecto, quiero hablarte de él y contarte, a través de mi experiencia, cómo escribir textos poéticos para un proyecto artístico.

Pero antes…

¿Qué es Silencios?

Como te he contado, Álvaro es fotógrafo. Y, además, es un trotamundos de raza.

Álvaro se ha recorrido medio mundo, cámara en mano, buscando lo que él llama “momentos de silencio”. Estos momentos tienen mucho más que ver con el interior que con lo que sucede en el exterior. Cuando Álvaro encuentra uno de esos instantes en los que su silencio interno se funde con el paisaje que está observando, saca la cámara y dispara.

El resultado son fotografías tan impresionantes como ésta (debajo puedes leer el texto que escribí para ella):

El momento que estás viviendo está ligado al momento anterior y al siguiente. La corriente de vida puede ser demasiado abundante, indómita; puede inundar los puentes que conectan cada instante con el que le seguirá. A pesar de todo, ellos resisten y te sostienen, a ti y a todos tus momentos. Acogen con sencillez a tus antepasados, que en sus troncos enjutos engendran una vida reinventada a cada instante. Tú conoces este puente: lo has cruzado tantas veces, pero lo has visto tan pocas… Y, al fondo, tú, que también serás árbol fecundo algún día. Vuelve a cruzar el puente, y esta vez estate atento.

En 2016, Álvaro decidió reunir las imágenes de sus momentos de silencio y crear un proyecto que uniese fotografía, música y poesía. Proyecto Silencios sería, por un lado, un documental que reflexionaría sobre la búsqueda del silencio, y, por otro, un libro que uniría las fotos de Álvaro con textos breves que expresaran la esencia de cada una de ellas.

Mi trabajo ha tenido dos fases:

1. En la primera escribí un texto poético breve para cada fotografía de Álvaro.

2. En la segunda escribí tres textos poéticos cortos para ser incluidos en el documental, en voz en off, durante tres momentos culminantes del vídeo.

Silencios ya está en el aire gracias a un amplio equipo de artistas y profesionales que hemos trabajado entre Argentina y España para sacar adelante esta idea de Álvaro. Yo ya tengo el libro entre mis manos y he visto el documental (que, por cierto, viene en un USB dentro del libro). El fruto de este trabajo tan emotivo es una joya, aunque para mí el mayor regalo ha sido el proceso creativo.

Ahora sí, voy a contarte…

Cómo escribir textos poéticos para un proyecto artístico

Esto puede servirte tanto si eres copywriter / escritor y te encargan escribir textos poéticos para un proyecto artístico, como si tú eres el artista en busca de un escritor que acompañe con sus textos tu idea de exposición, libro, espectáculo, etc. En este último caso, todo lo que voy a contarte sobre mi aprendizaje te servirá para saber qué pedirle al escritor que vaya a trabajar contigo, y también para detectar cuándo está dejando de implicarse o de vibrar con la idea que tú tienes para tu proyecto.

1.- Enamórate del proyecto para hacerlo tuyo

Esta primera pauta también es aplicable a cualquier proyecto profesional en el que participes. Da igual si eres consultor, abogado, cocinero u organizador de eventos: para obtener resultados de calidad y disfrutar durante el proceso, es imprescindible que te enamores del proyecto que tienes entre manos.

Yo aplico este principio a cualquier proyecto de copywriting, claro. Y en Silencios me di cuenta de que no sólo tenía que aplicarlo, sino que tenía que sentir este proyecto como completamente mío.

Siento que el arte siempre surge de una parte muy íntima y personal del ser humano. En el caso de Silencios, Álvaro había puesto su alma en cada una de las fotografías del proyecto. Si realmente yo quería expresar en palabras la esencia de las imágenes, era imprescindible que concibiera esas fotos como si yo misma las hubiera tomado, o como si yo también hubiese vivido el momento de silencio en el que Álvaro encuadró, enfocó y disparó con su cámara de fotos.

Si no sentía Silencios tanto como el propio Álvaro, no iba a ser capaz de mantener puro el espíritu de las imágenes. Así que mi primera decisión fue adentrarme en el universo de Álvaro y de su búsqueda de silencios.

Llevé a cabo muchas acciones para empaparme de Silencios. Te voy a contar algunas:

  • Me rodeé de las fotografías de Álvaro. Me las puse de fondo de pantalla del ordenador y del teléfono móvil; imprimí algunas y las colgué por casa; se las mostré a personas de confianza para que me dijeran qué sensaciones les transmitían…
  • Ahondé en la meditación. Para mí, la esencia de la meditación es el silencio. Por lo que Álvaro me iba contando, me daba cuenta de que, para él, la fotografía era una especie de meditación, y que ella le conducía al silencio que retrataba en sus imágenes. Si quería entender su universo, supe que tenía que seguir explorando la meditación. De hecho, durante el proceso de creación de Silencios asistí a mis dos primeros retiros de silencio (uno en mi propia casa y otro en Dhamma Neru).

Éstas y otras prácticas me ayudaron a enamorarme del proyecto y a hacerlo completamente mío. Con ellas pude integrarme en el mundo de los Silencios de Álvaro. Ellas prepararon el terreno para que pudiera escribir unos textos poéticos que expresaran de la forma más fiel posible la esencia de cada una de sus fotos.

2.- La comunicación honesta y constante entre el artista y el escritor es la clave

No sé si a ti te pasa, pero yo peco de ser bastante controladora (me estoy quitando) y no me quiero imaginar cuánto me costaría dejar en manos de otra persona algo tan íntimo como la redacción de textos literarios sobre mi obra artística.

Aquí entra en juego algo que en Tecomunicas llevo por bandera, y es la comunicación honesta y constante con el cliente. En este caso, el cliente es Álvaro, que es un artista; yo, en Silencios, guardé la caja de herramientas del copywriter y quité el polvo a la de escritora. Así que aquí hablaremos de comunicación honesta y constante entre artista y escritor.

Una comunicación de este tipo es clave en un proyecto artístico como Silencios. Cualquier pregunta o sugerencia que se quede sin decir puede emborronar totalmente el resultado de un texto. Tanto Álvaro como yo teníamos que ser claros a la hora de expresar lo que buscábamos con las fotos y con los textos, y también a la hora de manifestar nuestras dudas sobre lo que íbamos construyendo juntos.

Una muestra de esta comunicación eran los muchos Skypes que hicimos y los mil e-mails que intercambiamos.

Y aquí añado otro elemento: la flexibilidad. Álvaro estaba en Buenos Aires, mientras que yo vivía en Valencia. Estábamos a 6 horas de diferencia, así que nuestros Skypes siempre eran a horas extrañas. Ambos teníamos que flexibilizar para encontrar días y horas que nos vinieran bien a los dos.

Comunicarte constantemente con tu cliente (si eres el escritor) o con tu escritor (si eres el artista) te ayudará a conocer sus dinámicas de trabajo y a encontrar la mejor manera de funcionar en equipo. Nosotros encontramos la nuestra: los audios de WhatsApp. Álvaro me enviaba audios en los que me relataba la historia que había detrás de cada fotografía. A partir de sus relatos, yo me hacía esquemas, dibujos y esbozos de texto. Todo eso desembocaba en el producto final, que era el texto poético para su fotografía.

Nuestro método consistió en muchos Skypes al principio y muchos e-mails y audios de WhatsApp durante el proceso. En tu proyecto, tú tienes que encontrar los canales de comunicación que faciliten e impulsen el trabajo de todo tu equipo.

3.- Encuentra la esencia del proyecto

El primer punto (enamorarte del proyecto y hacerlo tuyo) y el segundo (comunicarte honesta y constantemente con el artista) conducen al tercero, que es encontrar la esencia del proyecto.

En el caso de Silencios, se trataba de encontrar la esencia del proyecto global y de cada fotografía en particular. Las palabras tenían que transmitir el espíritu de las imágenes, las circunstancias en que fueron tomadas y, muchas veces, el estado emocional de Álvaro en el momento de disparar.

El proceso de encontrar la esencia no es sencillo y casi nunca da resultados prósperos a la primera. Me acuerdo concretamente de la fotografía Yamuna. Creo que fue el texto que más reescribí. Ni yo ni Álvaro quedábamos convencidos con las primeras versiones. Tal vez se debía a que yo había estado en el lugar en el que la foto está tomada (el río Yamuna, detrás del Taj Mahal, en India), y eso hacía que “contaminara” con mi experiencia y mis sensaciones la experiencia y las sensaciones de Álvaro.

Él había sido siempre el gemelo rebelde, el desahuciado, el que reivindicó su libertad desde el nacimiento y la ejerció con firmeza, aunque cuidándose de no atraer demasiado la atención hacia su desacato. Por eso renunció a la corriente y al movimiento y se contentó con ser un aparente reflejo de su hermano, fuerte, majestuoso, imponente en todos sus costados y formas. El gemelo, sin ser consciente, reflejaba todo eso: la fuerza de las paredes marmóreas alzándose con desafío ante un mundo que se despereza; la magia de la corriente de vida atravesando cada centímetro del aire. El gemelo se hizo espejo de la belleza sagrada de su hermano y, sin quererlo, sin saberlo siquiera, él mismo amaneció sagrado cada día, en el silencio y la quietud de las mañanas eternas.

Encontrar la esencia de un producto artístico no es un proceso puramente mental; de hecho, yo diría que es, sobre todo, emocional. Me di cuenta de que tenía que respetar los ritmos del proceso. Debía dejar pasar un tiempo desde que escuchaba el audio de Álvaro hasta que me ponía a escribir. Luego tenía que transcurrir otro tanto desde que ponía el punto y final hasta que le mandaba el texto a Álvaro. Entre reescritura y reescritura, y también entre foto y foto, tenía que pasar un tiempo.

Esto es lo que aprendí: hay que dejar reposar la historia que hay detrás de cada fotografía, detrás de cada cuadro o de cada ilustración. Poner palabras al arte también es arte, y el arte está gobernado por su propio biorritmo.

Si alguna vez tienes que escribir textos poéticos para un proyecto artístico, o si alguna vez quieres que alguien ponga en palabras tu arte, recuerda: los tiempos son importantes. No hay que forzar.

4.- La revisión es siempre conjunta

En cualquier proyecto de copywriting, los textos no están acabados hasta que tanto el cliente como el redactor están satisfechos con el resultado. Al menos, así me gusta trabajar a mí.

Con Silencios, por supuesto, sucedió lo mismo. En cuanto acababa un texto –o una tanda de ellos-, se lo enviaba a Álvaro para que me diese su opinión. En ocasiones el texto recibía el OK a la primera. Pero, como te digo, a veces intercambiábamos varios e-mails hasta que ambos quedábamos conformes con el resultado.

La revisión de los textos tiene que efectuarse desde las dos partes. Lo peor que puede hacer el escritor / redactor es pensar que, como él es el que controla sobre palabras, lo que escriba sólo necesita una aprobación: la suya propia.

No es así. En el caso de Silencios, por ejemplo, ni yo ni Álvaro podíamos dar por válido un texto si no expresaba al 100% los sentimientos que él experimentó mientras sacaba la foto. Da igual que, de los dos, yo fuera “la de los textos”: él, como creador de sus fotografías y líder del proyecto Silencios, tenía que sentirse totalmente a gusto con lo que yo escribiese; tenía que sentir que mis palabras encajaban como un guante con sus fotografías.

El contar con mucho tiempo para crear también es una ventaja en este sentido. En Silencios no teníamos un límite temporal definido para crear, y eso nos permitió trabajar con mucha comodidad y sin prisas, algo que es esencial para que cualquier proceso artístico sea agradable y dé buenos frutos.

5.- Y aún más importante: la revisión final

Te dije lo mismo cuando te hablaba de reescribir los textos de tu web: cuando has acabado un trabajo de redacción, es importante que hagas una revisión final de pe a pa.

Cuando empiezas a escribir un artículo, una página de ventas o un primer texto de un proyecto como Silencios, tienes una idea del estilo que vas a darle, del tono que vas a utilizar y de las sensaciones en las que vas a hacer más hincapié.

Sin embargo, a medida que avanzas en la escritura va habiendo pequeños cambios de estilo, de tono y de ideas. Son cambios tan ínfimos que tú ni siquiera los percibes, pero que guían tu forma de escribir y van variando los aires de tu creación global.

Luego, cuando acabas y lo lees todo, te das cuenta de la evolución: las primeras líneas tienen poco que ver con las últimas. Por eso es importante dejar un tiempo para una revisión integral que te ayude a homogeneizar los textos y a ajustar la voz de todos ellos para que sea siempre una única voz la que habla.

En Silencios, todos los textos, aunque cada uno pertenecía a una foto, debían expresar una misma experiencia: la búsqueda del silencio en el ajetreo diario (el ajetreo físico y, sobre todo, el ajetreo mental). Cuando acabé los textos –los de las fotos y los del documental, que siguieron más o menos el mismo proceso que te he relatado en el artículo- dediqué varias horas, en días distintos, a releerlos todos una y otra vez, buscando palabras que no acabaran de encajar o frases que podían sonar más claras si las expresaba de otra manera. La voz de Silencios tenía que ser sólo una, aunque expresada a través de múltiples fotografías.

Eso sí: la revisión tiene que tener un final. Apegarse a los textos y darles mil vueltas en plan obsesivo te puede hacer perder la perspectiva de lo que has escrito y empezar a sacarle fallos a cada coma. Negocia contigo mismo un tiempo de revisión y respétalo. Aprender a cerrar un texto y decirle adiós también forma parte del proceso creativo.

Éstos son los regalos que me ha traído Silencios

Ahora que ya te he hablado de cómo escribir textos poéticos para un proyecto artístico, quiero compartir contigo algunos de los regalos que me ha brindado Silencios.

1.- He ganado confianza en mí misma como escritora. Hace tiempo comprobé que, cuando disfruto con algo, lo hago mucho mejor y, al mismo tiempo, aumenta mi conciencia de que puedo hacerlo bien. Y con Silencios disfruté tanto escribiendo que uno de los resultados ha sido creer mucho más en mí como escritora. Además, siempre que un texto le gustaba mucho, Álvaro me lo decía, y eso, que no sucede con todas las personas con las que trabajo –cada cual expresa su entusiasmo de una manera-, contribuyó a que ganase confianza en mi proceso de escritura.

2.- Aprendí a trabajar en un equipo muy numeroso, multidisciplinar y deslocalizado. Gracias a Silencios me he dado cuenta de que es posible levantar un proyecto artístico aunque a los componentes del equipo les separen océanos y montañas. Además, gracias a esta experiencia conocí a Álvaro y a Jon –quien más tarde compuso la banda sonora original de Léeme 12– y pude compartir proyecto con mi amiga María, que se encargó de traducir mis textos al inglés.

3. Como te dije antes, para mí el gran regalo es el proceso, pero eso no quita –ni mucho menos- que el resultado final me haga una ilusión bestial. El libro y el documental de Silencios son el broche de oro a todo este proceso creativo que ha durado casi un año y con el que he aprendido tanto. Hoy ya tengo el libro en mis manos y, aunque ya he visto el documental varias veces, me sigo emocionando con él. Silencios es el primer libro y el primer documental en el que aparecen textos míos, así que ¿cómo no voy a estar contenta y agradecida?

Si quieres uno de los libros de Silencios –contiene USB con el documental-, deja un comentario aquí abajo o escríbeme y te haré llegar más información.

Y si quieres ver el documental con la parte del equipo que ahora está en España, que sepas que el próximo 6 de julio lo presentamos en Madrid. Habrá proyección y coloquio. Si te animas, ven a que nos conozcamos 🙂

¿Alguna vez has escrito textos poéticos para un proyecto artístico, o alguien los ha escrito para ti? Cuéntame en los comentarios. Me encantará conocer tu experiencia 😉

Irene
irene@tecomunicas.com

Apasionada de la literatura, especialista en copywriting y storytelling. Comunicadora nata. Quiero que te vuelvas a enamorar de tu negocio literario y lo haré poniendo mis herramientas a tu servicio para que aumentes tus ventas y consigas clientes recurrentes.

2 Comments
  • Beatriz Alonso
    Posted at 11:15h, 28 junio Responder

    ¡Hola Irene!

    Fue un gusto conocerte en la presentación de Léeme y otro enorme saber de este proyecto. Me he sentido muy identificada con «la inseguridad de la escritora». Al igual que tú, desde que era una enana escribía mucho pero nunca pensé que era bueno y con la muerte de mi abuelo, destruí cualquier historia o diario que yo misma hubiera escrito. Hace como un año volví a darle una oportunidad porque el gusano me picaba mucho. A ver qué ocurre en el próximo 🙂

    ¡Estoy deseando acudir a la proyección en Madrid!

    Una de las cosas que me propuse al venirme a vivir aquí hace menos de un mes, es poder acudir y conocer muchas más actividades culturales sobre todo que estén relacionadas con los libros y la escritura. Así que sugerencias son bienvenidas 🙂

    Nos vemos pronto.

    Un abrazo.
    Beatriz

    • Irene
      Posted at 12:26h, 30 junio Responder

      ¡Hola, Beatriz!

      Lo mismo digo 🙂 Fue un placer conocerte, aunque fuera breve. Menos mal que mañana nos vemos de nuevo, y ¡qué alegría que además te vengas a la presentación de Silencios! Ueeee 😀

      Yo también destruí un montón de escritos de mi infancia. Los quemé en la lumbre de mi casa en una especie de acto de rebeldía y de ruptura con mi niñez. ¡Ya ves tú, qué tontería! Ahora me encantaría leer todo eso. Pero bueno, todo pasa porque es la manera que tenemos en ese momento de hacer las cosas lo mejor que sabemos.

      Nos vemos en el evento de mañana… ¡un abrazo!

      Irene

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